El Fascismo italiano
Partimos del descontento de Italia ante los resultados de la Primera Guerra Mundial, ya mencionados, con pérdidas humanas y materiales que sumieron a Italia en una fuerte crisis económica tras la guerra.
Ante estos fatales resultados la población se polarizó: de un lado los trabajadores, entre los que aumentaron las tendencias socialistas y comunistas; y de otro la burguesía, que apoyaba el ascenso del partido fascista, cuyo símbolo puedes ver en la imagen de la derecha.
Este partido fracasó en las elecciones de 1919 y 1921, pero en 1922 los fascistas avanzaron hacia Roma (marcha sobre Roma).
Dimitió el Primer ministro socialista y el rey Víctor Manuel III nombró a Mussolini, líder del partido fascista, jefe de gobierno.
Mussolini estableció un poder dictatorial, impuso un partido único (el fascista) y persiguió a la oposición, tratando de crear un Estado fuerte (totalitarismo del Estado). Estas fueron sus palabras:
"El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado."
Mussolini
Controló los medios de comunicación, educación y cultura.
"El centro de actividades de la G.I.L. (Giuventú Italiana del Vittorio) estaba en la asamblea obligatoria de todos los sábados por la tarde, desde las tres y media a las seis, durante el año escolar el llamado "sabato fascista". Todos los que asistían tenían que vestir su uniforme: las chicas llevaban blusas blancas y faldas plisadas negras, mientras que el uniforme de los chicos recordaba al de los "Boy Scouts", con la diferencia que sus camisas y calcetines eran negros y llevaban fez en la cabeza."
E. R. Tannenbaum, La experiencia fascista. Sociedad y cultura fascistas
Fíjate en la obligatoriedad de la asistencia y el uniforme, todo dentro del Estado, como pudiste leer antes, siguiendo el pensamiento de Mussolini.
En economía ejecutó obras públicas a cargo del Estado para hacer descender el paro, emprendiendo una política autárquica y de revalorización de la lira, pues entendía que un país fuerte debía tener una moneda fuerte.